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Presentación por fromthetree (Luis Ruiz del Árbol)

25 de junio de 2024 por
Pablo Luque Pinilla

Buenas tardes:


[Agradecimientos]


Hablar de las ilustraciones de este libro es hablar de diez años de amistad con Pablo. No puedo disociar una cosa de la otra, me es completamente imposible.


Por lo menos desde mi punto de vista, el del «ilustrador», este libro es el resultado de un lento proceso de decantación. Aquí es necesario hacer una primera clarificación: no son ilustraciones realizadas exprofeso para el libro, sino que son ilustraciones que se han incorporado a él en la medida que son parte inescindible del propio proceso de creación del poemario. Yendo al grano: los fui dibujando a la vez que Pablo fue componiendo los poemas correspondientes, y viceversa, de tal forma que la simbiosis entre dibujos y poemas es casi absoluta. Una segunda puntualización: todos los dibujos pertenecen a una serie que empecé a finales de 2006, y que interrumpí temporalmente (espero que no por mucho tiempo) a principios de 2010, El Sueño de la Razón. Esta es una serie que siempre he considerado «abierta»; abierta en el sentido de colaborativa, de tal forma que iba dando entrada bien a ideas que mis amigos me iban aportando sobre el leitmotiv de la serie («el sueño de la razón crea monstruos»), o bien directamente, como es el caso de Pablo, el dibujo partía de un poema previo, o era una versión de un dibujo previo en función de la interpretación que Pablo daba de él, o bien el dibujo llevaba consigo la esperanza de que Pablo escribiera algo sobre ello.


Y esto para mí es lo esencial de la obra que aquí presentamos: que me ponía a dibujar con la intención (manifestada o no) de que Pablo escribiera algo sobre ello, porque sabía que compartiendo mi obra con Pablo, el horizonte creativo se abría. Porque sabía que con Pablo entraba en mi obra un punto de vista siempre sugerente, que sacaba a la luz posibilidades escondidas apenas esbozadas en los primeros bocetos. En suma, compartir mi proyecto con Pablo lo enriquecía, lo potenciaba hasta límites insospechados.


Un ejemplo muy evidente de este proceso de creación compartida es Comida rápida, que si no me equivoco es la primera colaboración que tuvimos juntos. Recuerdo que quedamos a tomar café un domingo por la tarde en una terraza de Rosales, y en un momento determinado le empecé a enseñar un cuaderno donde apuntaba los bocetos preparatorios para las ilustraciones de El Sueño de la Razón. Uno de los bocetos era (literalmente) una chorrada que se me había ocurrido: «ostras, si uno cae en el Amazonas y es devorado por una bandada de pirañas, desde el exclusivo punto de vista de las pirañas, se ha convertido en comida rápida…» Así, el boceto mostraba a un hombre paralizado por el miedo viendo cómo se acerca a él una bandada de hambrientas pirañas. Y se titulaba: Comida rápida. Como podéis ver, una tontería. O al menos eso pensaba yo. Nos despedimos y unos días (o unas pocas semanas) después, no recuerdo cómo, Pablo me enseñó la primera versión de su poema Comida rápida. Literalmente flipé. Dos cosas me dejaron descolocado:


• que Pablo había dado con una lectura «existencialista» que originariamente yo no tenía en mente; y


• que esa interpretación le daba un plano de lectura al dibujo que no solo no era incompatible con mi boceto, ¡sino que abría de repente toda una línea de trabajo antes desconocida para mí!


Después de leer el poema de Pablo hice y re-hice el dibujo (la versión que aparece en el libro es la segunda), en el que traté de plasmar la atmósfera que de una forma tan plástica había descrito Pablo.



***

Pero eso no es lo importante.


Lo importante es que la mirada de Pablo sobre mi boceto me había hecho descubrir una forma de expresión que estaba allí, estaba dentro de mí, pero que nunca había salido a la luz. De forma gradual, la mirada de Pablo sobre mi «cutre-boceto» me fue espoleando para innovar, para explorar nuevos caminos, nuevas formas de expresión, para salir de mi zona de confort «academicista» y confrontarme de una forma mucho más decidida con otros lenguajes que hasta ahora habían sido ajenos a mi limitada experiencia cultural. Empecé entonces a jugar con el lenguaje, a animarme con el ready made y con el trash art, a introducir referencias poéticas y musicales, a forzar la semántica de los dibujos. Y sobre todo, me hizo entender que El Sueño de la Razón no podía ser una obra cerrada (en el sentido de sistemática), como yo pretendía que fuera, sino que debía entender cada dibujo como una tesela, dentro de un mosaico más amplio, más permeable, menos coherente (en el sentido lógico-formal) y, sobre todo, mucho más dinámico, interrogativo, abierto en sus significados, en suma, mucho más vivo.


Pero más aún: descubrí que cuanto más confrontaba con él lo que hacía, más ideas, más puertas, más posibilidades se me abrían ante mis ojos. Comprobaba en acto que, como decía Ivanov [Pablo, esta vez lo cito bien, ¿eh?], el «arte nace de la vida». Comprobaba en acto que la unidad no la genera una mera suma o adición de individualidades, sino emprender un camino común donde se comparte con el compañero de viaje el deseo de crecer, de conocer siempre algo más.


Así, «Quiz Show”, los dos dibujos de «Rigor Vitae», «El que sueña no ama», «Discípulo de Derrida deconstruyendo a su amada», «Perdonado pero no olvidado», «Open Your Mind», «Comida rápida» (que ya he citado) o «El concepto de agua no sacia la sed», no son solo ilustraciones «poemadas», o poemas ilustrados, sino que son dibujos que, en su génesis y desarrollo, está el deseo de compartir las evidencias que tratan de plasmar cada uno de los dibujos con un amigo que introduce en el proceso creativo una luz, una perspectiva, unos planos de lectura, que no son meros contrapuntos o interpretaciones a pie de página, sino que forman parte de su ADN. En definitiva, y con esto acabo, puedo decir sin el menor atisbo de postureo, que lo más bonito de estar aquí, ha sido el inmenso privilegio de haber podido compartir estos últimos años con Pablo.


[Y los que te rondaré morena].


Muchas gracias.


en Cero