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Reseña en Adiante Galicia. Por Rafael Lema

25 de junio de 2024 por
Pablo Luque Pinilla

«Greenwich, el meridiano poético de Pablo Luque Pinilla»

Rafael Lema

Greenwich es un poemario de Pablo Luque Pinilla que ha editado Algaida, y con el que ganó el Premio Literario Kutxa Ciudad de Irún en 2021. Aquí felicito a este certamen que tanto lleva haciendo por la creación, la buena poesía, el descubrimiento de nuevas voces.

En Greenwich el autor hace el recorrido temporal de un solo día con partida y destino en el meridiano cero. 33 poemas componen el libro estructurado en los márgenes de los husos horarios y en la etapa vital de sincronías y diacronías entre el alba y el ocaso.

La evocación y reflexión existencial impregnan los versos, a veces diáfanos, otras de mayor flujo de conciencia personal y detalles biográficos-sensoriales, hasta que llega la calma de la noche y el retorno al abrigo. Con la importancia que entraña poder volver, haber hecho el camino, poseer un hogar, una casa, unos muebles, unas fotos reconocibles.

El caminante en el viaje poético dialoga con otras voces- Dante, Virgilio, Cormac McCarthy, Denise Levertov o los autores bíblicos-, que flanquean y acompañan bien esta completa vuelta a un mundo en un día.

Añade el poeta un código de explicaciones a modo de margen horario en la orilla de los poemas, al final, porque la escritura «es un destilado del bagaje de lecturas que acompañaron a su artífice» y ayudan a lidiar con las horas, el espacio, el mundo, en el afán de supervivencia diaria de la existencia humana. Y para eso nada mejor que la poesía, ese amarre a lo que vamos dejando, al poso de los días, los trabajos y las horas, a la memoria y a los sueños. Esa necesidad del poeta por hablarse y hablar al mundo, porque creamos también para los otros, para entregar nuestro fruto como la avispa se introduce en el higo y lo poliniza muriendo, la bíblica fruta que quizás fue el árbol prohibido del perdido edén.

Pero importa el camino, la poesía, el saber que sigue siendo imprescindible y está presente en la cotidianidad, en los repentinos despertares de sed, en las secuencias que engendran nuestros sueños, en la leve certeza que rasgamos al atravesar la tarde y en el retorno, ese final e inicio, cuando el sol se pone, mas no muere, porque viaja de noche por caminos inextricables y retorna en alba prodigiosa de luz, de descubrimientos, de recuperaciones; porque al final (yendo hacia adelante y mirando arriba) vuelves al lago, al embalse donde nadas a menudo y rememorar al dormirte, «ignorando si fueron primero los ojos que recuerdan o la realidad que encuentra en ellos la carne que la nombre»

Texto fuente: Greenwich, el meridiano poético de Pablo